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UNA POLÍTICA MIGRATORIA EN EL OLVIDO (*)

  • Foto del escritor: LaPaideia
    LaPaideia
  • 26 jun 2020
  • 3 Min. de lectura

Una política migratoria en el olvido

En momentos de incertidumbre y caos, toma importancia cuando las personas comparten y no todo se trata de pandemia, ¿o sí?

Otros fuegos están ardiendo y también son urgentes de solucionar, o al menos que éstos sean visibilizados con constancia y globalmente. Lamentablemente, como se conoce en la historia no es nada nuevo y se trata de la mayor crisis migratoria y humanitaria que trascurre en Europa.

En un “mundo visible” de espacios con luces y sombras, uno de los elementos irónicos de la crisis del virus de hoy en día es la muerte de miles de inmigrantes y refugiados en el mediterráneo.

A partir de la primera década de este siglo XXI, será el sur de Europa quien vaya a recibir gran parte de la inmigración de origen mediterráneo, que se concentrará en España e Italia (un 75% de la nueva inmigración llega a estos países).

Actualmente la política migratoria de los países que integran la Unión Europea, tiene como principal objetivo el cierre de fronteras y el bloqueo a la libre circulación de personas. Al mismo tiempo, la falta de alternativa en dichas políticas migratorias obliga a la entrada clandestina al continente, y, por lo tanto, empuja a miles de personas a arriesgar su vida en una frontera o en el mar.

Alrededor de 63.311 personas han peligrado sus vidas intentando llegar a la Unión Europea en 2019, en las cuales 1028 personas han muerto ahogadas en lo que va del mismo año según la agencia de la ONU para los refugiados.

La guerra en Siria y la inestable situación de Libia son las principales razones por la que miles de refugiados vienen cruzando el mediterráneo estos últimos años y cada vez con más frecuencia. El atropello a los derechos humanos siguen obligando a las personas a abandonar sus hogares y buscar resguardo en suelo europeo. Sin embargo, ese resguardo europeo, ¿es existente? Como sostiene Anne Marie Rovielle, “lo visible no es transparencia” y el beneficio de la duda pone todo en tela de juicio.

Vale la pena recordar una ausencia deliberada del gobierno español e italiano en operaciones de salvamiento. Se podría mencionar en un momento la operación de salvamiento MARE NOSTRUM, propuesta por el gobierno italiano en el 2013, hasta que solicitaron ayuda a Europa y esto fue denegado, lo cual MARE NOSTRUM decidió suspender la financiación por completo y retiró la operación.

Si bien es algo complejo de comprender, cómo países del entorno; por ejemplo un país como Líbano tenga más de 1.000.000.00 de refugiados, o que Jordania tenga más de 300.000.00, Turquía como otro ejemplo, tenga más de 2.000.000.00 y que en Europa se hagan negociaciones eternas para recibir a 160.000 refugiados, entonces esto lleva a pensar que países con muchos menos recursos son más generosos.

Ante el dilema expuesto, Una posible solución es adoptar políticas migratorias bien gestionadas que faciliten la movilidad de las personas migrantes, ya que las fronteras internacionales no pueden convertirse en zonas de exclusión de los derechos humanos.

Sin embargo, por parte de Europa hay un interés claramente explicito mientras que menos refugiados lleguen, es mejor, para así poder controlar los flujos.

Por lo tanto, hoy en día nos encontramos ante una crisis migratoria que no es aleatoria o coyuntural, sino que es consecuencia del capital global, es decir, del sistema económico vigente a nivel internacional que responde a los intereses de las grandes potencias.

Estamos ante una gran crisis y no solo un fenómeno migratorio. El tránsito de inmigrantes por el mar Mediterráneo es un capítulo doloroso de esta crisis mundial, miles buscan llegar por vía marítima y lo hacen, por lo que ha sido denominada la ruta más mortífera. Estas personas viajan en barcos inseguros, sin mayor protección y guiados por contrabandistas, conocedores del éxodo.

La actual pandemia sacó de foco otras emergencias como la de los inmigrantes. Sin embargo ninguna persona debe morir por un virus, pero tampoco debería morir por no tener adónde ir.

La apatía nunca debería ser parte de la historia, pero en todo caso, ¿lo es?.


*Por: María Celeste Montes

 
 
 

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