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MOVIMIENTO OBRERO, PERÓN Y ESTADO. (*)

La intención que llevó a elegir la temática del abordaje fue dejar plasmada una visión crítica y analítica de la historia Argentina buscando revisar una época clave en la consolidación del Estado Nacional. Es por ello que a fines del siglo XIX, una Europa empobrecida expulsaba su mano de obra calificada por efecto de la Revolución Industrial. A su vez, la lucha por los derechos de los trabajadores iba creando en el movimiento obrero un sentido de pertenencia a su clase, como así también la formulación de reclamos y de vías pacíficas o violentas para satisfacerlos.

Estos trabajadores, que en busca de un horizonte mejor para sus vidas y las de sus familias, se embarcaron en un viaje transoceánico para llegar a una América que les era relatada como “un paraíso en la tierra”. Muy pronto se dieron cuenta que, a pesar de las bondades de este lugar en cuanto a su incipiente desarrollo económico y donde todo estaba “para hacerse”, las condiciones laborales y de respeto hacia los trabajadores distaban mucho de ser las ideales.

Es por esto que el origen del Movimiento Obrero Argentino tiene sus primeros líderes dentro de los inmigrantes que llegaron de Europa, que traían todo un bagaje de historia, objetivos y lucha por mejoras y conquistas obreras para dignificar el trabajo humano dentro del sistema capitalista económico que había sido impuesto por los mercados europeos.

En este simple ensayo se relatan los orígenes del movimiento obrero argentino, su evolución histórica, su relación con el primer peronismo y, para concluir se marcan las diferencias sustanciales entre dos líderes con génesis y objetivos muy distintos, con la posterioridad y alejamiento del “Líder”. Figuras como, Augusto Timoteo Vandor y Agustín Tosco, se empezaron a hacer visibles en una argentina convulsionada, perdida por la búsqueda de un referente que escuche las voces sesgadas de los obreros sindicalizados.


UNA MIRADA HACIA LOS ORÍGENES


Las asociaciones obreras en nuestro país deben sus comienzos a las Sociedades de fomento barriales o a las asociaciones “de socorros mutuos”, que reunían a gallegos, calabreses, napolitanos, italianos en general, entre otros, para brindar ayuda a los inmigrantes en materia de educación, salud y en problemas de distinta índole que podían ocurrir.

Estos mantenían sus costumbres, dialectos, bailes y fiestas religiosas. Pero además de estas características, por sobre todo los europeos, traían sus recorridos y adiestramiento político y sindical en materia de luchas obreras. Un núcleo de industriales argentinos, que no tenía reparos en hacer trabajar a mujeres, niños de 7 u 8 años hasta cualquier hora y sin las menores condiciones de trabajo y protección, comentaban horrorizados que en plena crisis de 1890 se había celebrado un mitin obrero en Buenos Aires, el 1° de Mayo en el Prado Español, con la mano de obra europea. Con desconfianza apenas reprimida los diarios comentaron el raro suceso: “un orador alemán, otro francés, tres italianos y un español pronunciaron discursos llamando a la unión de los trabajadores: Había en la reunión poquísimos argentinos, de lo que nos alegramos mucho...”[1]

Poco le duró esta alegría, dado que se diseminó rápidamente entre los trabajadores la doctrina anarquista que reclutó pronto más criollos que europeos.

Este naciente “movimiento obrero” que buscaba hacerse fuerte, ordenarse, buscar el bien colectivo y conseguir hacer reales sus sueños y aspiraciones, llego a su esplendor y apogeo años más tarde, gracias a Juan Domingo Perón, quien les brindo su real conciencia de clase y atendió a sus reclamos.

Por consiguiente, pudo darse por primera vez y de manera eficiente, una relación entre el Estado y estos “sindicatos”. Es por ello que, al decir de Norberto Galasso: “esas diversas víctimas del imperialismo inglés, al no encontrar canales, en el escenario político del 40, por donde expresar su vocación de cambio, “inventan” el peronismo”[2]

En este sentido, FORJA[3], que había constituido el intento más importante por revivificar los viejos bríos y gestar un programa anti-imperialista definido, se vio coartada por su notable importancia ideológica sin lograr disputar el control partidario a la vieja conducción.

Por estas razones, ese amplio frente social que clamo por una conducción política, al no encontrar expresión en los partidos tradicionales, invento un liderazgo sobre la marcha nucleándose alrededor del general Perón: "La del ‘45 fue una situación revolucionaria donde los esquemas teóricos no servían. Faltaba una "Izquierda Nacional" y ese papel pasó a ocuparlo el peronismo, aunque sin definirse como tal" [4]

Pero la verdadera “Izquierda Nacional” pensaba que la gran mayoría de los trabajadores dieron a Perón un rotundo apoyo desde su acción en el gobierno iniciado en 1943. Este apoyo se expresó abiertamente en la movilización del 17 de octubre de 1945[5] y en las elecciones de febrero de 1946 que dieron comienzo a la primera presidencia peronista. En gran medida, este gobierno fue la continuidad de la acción de Perón en los años previos.

Con el impulso del gobierno, tuvo lugar un importante fortalecimiento de las organizaciones sindicales. Este proceso se dio junto con un salto en la burocratización y estatización de los sindicatos. El proceso de sindicalización fue rigurosamente reglamentado por el gobierno.


PERONISMO Y RUPTURA


Se observa que la organización de la clase obrera en la etapa peronista plantea dos aspectos fundamentales: por un lado, se terminó de desarrollar un poderoso proceso de organización de sindicatos por industria que abarco a la gran mayoría de la clase obrera. A la vez, los trabajadores obtenían enormes conquistas sociales y formas de organización como las comisiones internas y, por otro lado, se desarrolló un proceso de estatización de las organizaciones obreras que implicaba la ligazón de los sindicatos con el Estado a través de múltiples mecanismos.

El concepto de "Comunidad Organizada" fue desarrollado por Juan Perón en el año 1949. Asimismo, la noción aparece mencionada por el mandatario en otras oportunidades y ocupó un lugar importante en su libro Modelo Argentino para el Proyecto Nacional del año 1974. En una gran síntesis, la noción de Comunidad Organizada está fundada sobre tres ideas fuerza:

1. Primero: la República Argentina debe edificar un nuevo proyecto de civilización alternativo al capitalismo liberal. La Comunidad Organizada es un programa de democracia social, participativa y humanista que reconoce y que garantiza los derechos de las personas y que establece una clara conciencia de sus obligaciones. El individuo solamente se realizará en una Comunidad liberada y su destino estará directamente ligado al del conjunto de la colectividad.

2. Segundo: La Comunidad Organizada es una democracia participativa y está edificada en torno a la acción de las organizaciones libres de pueblo. El sujeto político de la Revolución Justicialista es el pueblo organizado autónomamente y no el individuo egoísta (liberal) o el Estado colectivista (comunista).

3. Tercero: en el plano geopolítico mundial, la Comunidad Organizada es un proyecto de civilización alternativo al individualismo capitalista y al colectivismo soviético. Ambos sistemas fracasaron y producto de ello la humanidad está inmersa en una crisis política, económica, social y moral profunda.


Este proceso de “subordinación” de la clase obrera al Estado a través de sus organizaciones afianzó la posibilidad de lograr sus demandas a través de la acción del Estado y de la negociación como vía para lograrlas. Esto, se vio reforzado también por la difusión de una ideología de colaboración de clases: un poderoso aparato de propaganda acompañó la política social del gobierno grabando a fuego en la conciencia de los trabajadores los principios peronistas.


Esta identificación del movimiento obrero con el Peronismo se dio por convencimiento propio, pero también por una presión gubernamental por parte del Estado para que los sindicatos se adhirieran a los postulados del peronismo.

“La fuerza es el derecho de las bestias” constituye el primer libro que escribió desde el exilio el general Juan Domingo Perón, luego de ser derrocado el 16 de septiembre de 1955, con la intención difundir su obra de gobierno y manifestar su opinión respecto a la dictadura militar que se instaló en el poder tras el golpe. Las veinte verdades del justicialismo. (…) Ellas son las siguientes”[6]:

· La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el Pueblo quiere y defiende un solo interés: el del Pueblo

· El justicialismo es esencialmente popular. Todo círculo político es antipopular y, por lo tanto, no es justicialista.

· El justicialista trabaja para el movimiento. El que en su nombre sirve a un círculo o a un hombre o caudillo, lo es sólo de nombre.

· No existe para el justicialismo más que una sola clase de hombres: los que trabajan.

· En la Nueva Argentina el trabajo es un derecho, que crea la dignidad del hombre, y es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume.

· Para un justicialista no puede haber nada mejor que otro justicialista.

· Ningún justicialista debe sentirse más de lo que es ni menos que debe ser. Cuando un justicialista comienza a sentirse más de lo que es, empieza a convertirse en oligarca.

· En la acción política de escala de valores de todo justicialista es la siguiente: primero la Patria, después el movimiento y luego los hombres.

· La política no es para nosotros un fin, sino sólo el medio para bien de la Patria que es la felicidad de sus hijos y la grandeza nacional.

· Los dos brazos del justicialismo son la justicia social y la ayuda social. Con ellos damos al Pueblo un abrazo de justicia y de amor.

· El justicialismo anhela la unidad nacional y no la lucha. Desea héroes, pero no mártires.

· En la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños.

· Un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma. Por eso el peronismo tiene su propia doctrina política, económica y social: el Justicialismo.

· El justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica y popular, profundamente cristiana y profundamente humana.

· Como doctrina política, el justicialismo realiza el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad.

· Como doctrina económica, el justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía v ésta al servicio del bienestar social.

· Como doctrina social, el justicialismo realiza la justicia que da a cada persona su derecho en función social.

· Queremos una Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.

· Constituimos un gobierno centralizado, un Estado organizado y un Pueblo libre.

· En esta tierra, lo mejor que tenemos es el Pueblo.”


De todos modos, luego de la caída del gobierno en 1955, lo que no pudo evitar Perón es que a su sombra surgieran dirigentes ávidos por tomar la conducción del movimiento, y uno de ellos fue Augusto Timoteo Vandor: “El lobo” como todos lo llamaban, soñó con un “peronismo sin Perón” y con actitudes muy discutibles fracturó la CGT manifestando un apoyo institucional a la dictadura de Onganía y separando el movimiento en la “CGT Azopardo” y la “CGT de los Argentinos”.

Es por ello que en "En Conducción Política", Perón identifica: “Diferencia entre un caudillo y un conductor”. El primero hace cosas circunstanciales y el segundo realiza cosas permanentes. El caudillo explota la desorganización y el conductor aprovecha la organización. El caudillo no educa, más bien pervierte; el conductor educa, enseña y forma (...) Si un conductor, después de haber manejado un pueblo, no deja nada permanente, no ha sido un conductor: ha sido un caudillo.

En este instante es interesante revisar otro postulado para analizar este suceso histórico como el del: “El conductor no debe mentir”. El conductor no puede decir la primera mentira; el conductor no puede cometer la primera falsedad ni el primer engaño; debe mantener una conducta honrada mientras actúe, y el día que no se sienta capaz de llevar adelante una conducta honrada será mejor que se vaya y no trate de conducir, porque no va a conducir nada. Por eso digo que en la conducción no son sólo los valores materiales los que cuentan, y no es sólo la inteligencia del individuo la que actúa. Actúan también sus sentimientos, sus valores morales, sus virtudes. Un hombre sin virtudes no debe conducir, y no puede conducir aunque quiera o aunque deba. (...)

Asimismo, como contracara se erige la figura de Agustín Tosco, apodado “el gringo”, quien fue dirigente lucifuercista de la provincia de Córdoba, y encabezó una de las manifestaciones obreras más importantes contra un gobierno militar: el “CORDOBAZO” del 29 de Mayo de 1969. Durante dos días puso a todo el movimiento obrero cordobés en un claro desafío al poder militar incluso, que a pesar de su origen ideológico marxista, jamás intentó penetrar las ideas peronistas de los trabajadores, sino que les dio un baño de dignidad y respeto por su condición y conciencia de clase, moviéndose no bajo sus intereses sino detrás de la decisión de la asamblea obrera.

Aquí se destaca que por la ausencia física de Perón, el traspaso de la “delegación” transfiguró el movimiento obrero sindicalizado (en manos de Vandor) consolidándose desde las entrañas populares, la imagen de un cordobés que llevó a la masividad la lucha frente a un Estado tiránico como el de Onganía.

Para finalizar este análisis se adjuntan las palabras del líder de esta nueva rama política hacia el ya consolidado movimiento obrero, con sus derechos sociales plasmados, logrando una relación estable entre el Estado-Sindicalismo y el rol de este nuevo “peronismo” en el devenir histórico nacional.


“Compañeros:

Hoy, un Primero de Mayo más de la etapa justicialista, encuentra reunidos en esta histórica plaza, y en muchas otras plazas no menos históricas de nuestras provincias, a una masa de trabajadores que, festejando la fiesta de su sacrificio, elevan en el altar de la patria el saludo agradecido de sus hijos ante la magnificencia de esta patria inmortal. A todos ellos, mi saludo y mi abrazo cariñoso, de compañero y de amigo.

El año 1950 será decisivo para el sindicalismo argentino. La confederación General del Trabajo, al frente, con su bandera de lealtad y sinceridad para con la clase trabajadora, ha marcado en su último congreso la etapa más gloriosa del movimiento sindical de nuestra Patria.

El Movimiento Justicialista celebra como su propia fiesta la fiesta de los trabajadores argentinos, primero, porque el Movimiento Justicialista es un movimiento obrero y segundo porque nadie hizo en su beneficio antes que nosotros lo que nosotros hemos hecho.

El año 1949 queda grabado en la historia como el año de la Constitución Justicialista, la Carta del pueblo, la Carta de los Trabajadores, donde se estampan sus derechos que la injusticia humana no podrá abatir en los siglos de nuestra vida histórica.

Pero, compañeros, no debemos descansar en la vigilancia de esta Constitución Justicialista y su cumplimiento. Voces de la reacción comienzan a levantarse en algunos diarios "serios" o en alguna bolsa de comercio. Ellos hicieron algo así como un tabú de la Constitución liberal individualista que les permitió explotar a la República durante un siglo. Ellos no habrían tolerado jamás la voz de un obrero que anatematizara esta Constitución, porque permitía la explotación de los trabajadores. Como ellos vigilaron sus intereses, como ellos discutieron el tabú cerrado de esa constitución durante un siglo, nosotros, los justicialistas, hemos de velar con el arma al brazo para su cumplimiento y pobres de ellos si se animan a sacarla.

Compañeros: el pueblo de la República, en un plebiscito jamás realizado por su pureza y por su ecuanimidad, ha establecido en una asamblea soberana que la ley suprema de la Nación, dada por ese pueblo, será la Constitución Justicialista. Hemos de recordarles a quienes intentan levantarse contra ella, que en esta tierra, el que se levanta contra el pueblo paga muy cara su traición.

Compañeros: yo les he dado una doctrina justicialista, he asegurado una justicia social, he conquistado una libertad económica, les he dado una realidad política, todo consolidado en la Constitución Justicialista. Para el futuro han de ser ustedes los guardianes, han de ser ustedes los que juzguen y han de ser ustedes los que sancionen.

El movimiento sindical argentino y el pueblo argentino tienen la enorme responsabilidad de conservar este legado que nuestra generación creó para la felicidad de nuestros hijos y de nuestros nietos y para que no vuelvan a producirse los dolores y las miserias que hemos presenciado.

Por eso compañeros, es necesario afirmar los sindicatos; es necesario apuntalar la C.G.T; es menester que todos los trabajadores de la Patria, en este inmenso movimiento sindical, terminen por establecer que en esta tierra los trabajadores son uno para todos y todos para uno. Y así unidos los sindicatos y el pueblo argentino, custodiaran y defenderán en el futuro sus reivindicaciones, y será el pueblo y los trabajadores, marchando del brazo por la ancha calle de la historia, quienes escribirán el último capítulo justicialista de esta querida Patria argentina.

Compañeros: que nuestros conflictos intersindicales sean solamente peleas de familia entrecasa. Cuando salgamos a la calle no habrá ninguna pelea, seremos como una familia unida que puede tener sus conflictos domésticos, pero ante el exterior se presenta con un frente unido e indestructible. Un frente obrero popular, unido y numeroso será el terror de la reacción y la mejor defensa contra la reacción política oligárquica, que pretende levantar su voz en defensa de interese ajenos al país.

Compañeros: escuchamos hoy que los políticos del fraude están pensando en formar agrupaciones obreras favorables a su política. Les hablan con nuestras propias palabras; se han convertido a la doctrina justicialista. Pero hay que repetirles lo que nosotros sabemos de ellos: que están disfrazados de obreristas. Tendremos que hacer como en carnaval y decirles: "Sáquense el bigote, que los conocemos". Ya sabemos que interesar a los sindicatos en la política partidaria es una maniobra artera y conocida de la reacción. Meter la política para debilitar primero, dividir después, y disociar, finalmente, entregando a los trabajadores maniatados a la reacción, para que ella cumpla su designio.

Por eso, el año 1950 ha de ser de fortalecimiento sindical, de cumplimiento de lo determinado por la C.G.T.; de unión y de conformación del nuevo sindicato argentino con su ala de lucha y con su ala social, con las mutualidades, con las cooperativas, con las escuelas sindicales, en forma de elevar la cultura social, y que la lucha que pueda venir en el futuro nos encuentre fortalecidos y firmes para hacer frente a la reacción.

La defensa de los trabajadores se hace solo por los trabajadores mismos. Que se fortalezcan nuestras organizaciones para que muchos primeros de Mayo nos sorprendan en el grado de felicidad y dignidad que hoy disfrutamos. Que en el futuro las organizaciones sindicales se vigilen a sí mismas y vigilen a las fuerzas de la reacción. Que sean ellos el artífice de su destino, porque nadie lo hará en su reemplazo en forma que esas organizaciones tengan algo que agradecer. Finalmente, quiero terminar con el consejo y el saludo de siempre.

El consejo, compañeros, es el mismo que dijimos en las horas de lucha y que no debemos olvidar en los tiempos de bonanza: unidos, venceremos.

Y el saludo lo dirijo a los camaradas que me escuchan a lo largo de toda la República, y con este mi saludo reciban un estrecho abrazo sobre mi corazón de compañero y de argentino”[7]


CONLUSIONES


En el desarrollo realizado se quisieron dejar plasmados cuatro momentos históricos sobre el movimiento obrero argentino: 1) sus orígenes, 2) relación con el conductor: Perón 3) la controvertida figura de Augusto Vandor y 4) la incorruptible imagen de Agustín Tosco. A su vez, también se desataco cómo, de un origen socialista/anarquista e inmigrante, la sindicalización obrera pasa a ser la columna fundamental y sostenedora del peronismo naciente.

El movimiento peronista les dio vida a todos los reclamos obreros, los reivindico históricamente, les dio conciencia de clase y los cobijó dentro de su estructura protectora. Sin embargo, a pesar de este tratamiento, Juan Domingo Perón no pudo evitar la fractura de la CGT.

También se quiso traer a la memoria la figura de Agustín Tosco, como la de un dirigente que, sin pertenecer a la estructura del peronismo supo conseguir el apoyo y la fidelidad de una amplia franja de trabajadores que, enfrentados al poder militar, generaron una movilización obrera que aún hoy se recuerda como el “Cordobazo”, en la que obreros y estudiantes pudieron hacerle frente al gobierno de Onganía. A éste líder no se le pudo encontrar ninguna irregularidad en su accionar tanto sindical como laboral, y esto es porque quizás jamás la cometió.

Para finalizar, se interesó reflexionar sobre la complejidad que significo tratar estos temas y, es por ello que se buscó revelar lo mejor del sindicalismo, al Estado y por sobre todo, al saber que le permitió al peronismo aprovechar el movimiento obrero para consolidar a Perón como presidente inmortalizando la figura del "líder de las masas" obreras argentinas, dejando atrás la figura de Yrigoyen.


[1] Cita extraída del libro “La Revolución y Contrarrevolución en la Argentina. Del Patriciado a la Oligarquía 1862-1904” de Jorge Abelardo Ramos. [2] “Peronismo y Liberación Nacional 1945 – 1955” de Norberto Galasso. [3] Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, agrupación política fundada el 29 de junio de 1935. [4] John W. Cooke (por supuesto, la diferencia no estriba meramente en el rótulo, sino en que el camino de la Liberación Nacional se intentará a través de un proyecto distinto del que hubiese implementado el socialismo revolucionario a la cabeza del frente). [5] Se celebra el día de la Lealtad en conmemoración a la gran movilización obrera y sindical que exigio la liberación del entonces coronel Juan Domingo Perón. [6] Perón, Juan Domingo. 17 de octubre del año 1950 desde los balcones de la Casa de Gobierno [7] Discurso de J. D. Perón en el Día del Trabajador en Plaza de Mayo (1º de Mayo de 1950).


(*) Por: Federico Tello

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